La última vez que estuve con José Luis Blasco fue en las jornadas de homenaje a Alejandro López Andrada ‘La voz del mundo rural’, en la Diputación. Allí estaba José Luis, al fondo del salón de actos, con su misma mirada cristalina que siempre hacía pensar que algo temblaba dentro, un pensamiento rápido y profundo en la cordialidad que no requiere ofrecerlo deprisa y una especie de sutileza, detenida y brillante, que parecía esperar una ocasión para despejar la niebla. Yo entonces sabía ya de esa niebla propia que padecía José Luis, pero nos alegramos de vernos y hablamos como si su dolencia no estuviera presente. Así han sido nuestros encuentros: nos hemos alegrado del azar y la conversación nos ha hecho ver que podría llegar mucho más lejos. Me alegró verlo en esa mesa redonda sobre Alejandro López Andrada y recordé que en otras ocasiones también nos habíamos encontrado en la presentación de alguno de sus libros. Los dos son de Villanueva del Duque, pedrocheños como su amigo Paco Carrasco, y supongo que eso imprime carácter y hermandad, porque esa hermosa tierra de sobriedad magmática que Alejandro ha puesto en pie como territorio literario mítico tiene también su propio desencanto, esa melancolía en el silencio de las minas abandonadas y la belleza desnuda de un paisaje de estepa lunar. José Luis Blasco pertenecía a ese paisaje, al del periodismo y al de Diario CÓRDOBA.
En la emocionante nota que ha publicado el periódico, se cuenta que primero en La Voz de Córdoba, en los años 80, y después en el Diario CÓRDOBA, durante 36 años, José Luis Blasco ha sido un nombre fundamental en la prensa escrita provincial. En los últimos tiempos, antes de conocer su enfermedad, yo leía las perlas de su ‘Vocaburlario. Diccionario mental del español’ sin saber -supongo que como la mayoría de la gente- lo que él contó después: que aquellos aforismos ingeniosos, de regate verbal, que iba publicando, le habían proporcionado «una terapia impagable para afrontar el tumor con optimismo, además de muchos momentos de felicidad». Luego se publicaron en un volumen y ganó el Premio Solienses al mejor libro de un autor de Los Pedroches en 2023.
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Uno nunca alcanza a imaginar qué dolor o abismo puede esconderse tras lo que se publica en un periódico, sea un diccionario satírico o un artículo. Las palabras construyen, las palabras amparan, las palabras redimen. El recuerdo vital de José Luis Blasco quedará siempre impreso en el mejor periodismo cordobés. Era un periodista vocacional de deportes que, como los buenos profesionales, sabía hacer de todo. Nos ha quedado pendiente un penúltimo medio en la barra de El Abuelo, pero me lo tomaré con nuestro amigo Rafa Romero y brindaremos por él.
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